Lo malo de alargar un buen corto
(por luis veoporni)
                        Película: Lo bueno de llorar
Director: Matías Bize
Estreno en el Teatro Cervantes de Valdivia, Lo bueno de llorar, el tercer largometraje del novel cineasta chileno Matías Bize, grabado en Barcelona .
Es un lugar común de los últimos años, ocupar temáticas que involucren relaciones de pareja para hacer películas, dentro de esta gama destacan las que aluden a los quiebres amorosos y los procesos de mutación mental que estos implican. El tema es casi un comodín, siempre y cuando logren empatía del que ve con sus protagonistas, de lo contrario es un arma de doble filo. 

En este caso Bize, que con su anterior creación (En la cama - 2004), logró empatía a través de diálogos relativamente livianos, que mantenían la atención, no lo consigue está vez. Lo bueno de llorar es hora y media de un drama que no se afiata como tal, y que presume de diálogos profundos que dejan la sensación de querer imponer a la fuerza una chapa de “trascendencia” descomunal en las conversaciones de sus protagonistas.
La cámara en constante movimiento siguiendo a los protagonistas o abusando de los planos largos, intentan darle realidad e intensidad a cada escena, pero lejos de hacerlo, la falta de ritmo termina por darle una duración exagerada a sucesos que no lo requieren. Con todo esto, pierde peso –sin ser malo- el guión que podría haberse realizado en la mitad del tiempo que dura la cinta. 
A pesar de esto, las actuaciones logran por momentos mantener la tensión y la expectación, merito de los actores (Alex Brendemülh y Vicenta Ndongo) tomando en cuenta lo largas que se hacen las acciones, plagadas además de silencios innecesarios. Dentro de tantos planos eternos, hay diálogos que si provocan y trasmiten la tensión que Bize quiere lograr, lamentablemente son muy pocos.
 

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